Los comensales actualmente buscan productos de calidad y que además tengan un toque de autenticidad, ofreciendo una mezcla de lo tradicional con variantes un tanto atrevidas para que por sí solas representen una experiencia gastronómica interesante.

Este es el concepto que la panadería de Alacarta acuña como propio, cuya misión es “respetar las técnicas y procesos del pan rústico, el cual debe tener una miga, textura, consistencia y corteza similar al pan europeo”, menciona el Chef Ejecutivo de esta casa banquetera, David Negrete.

En esta cocina se da rinda suelta a la experimentación gastronómica, siempre basada en el conocimiento de las técnicas ancestrales, incorporando diversos ingredientes como romero; queso parmesano; cacahuate, nuez; arándano, chabacano; calabaza de castilla; maracuyá y mamey, entre muchos otros, para crear las nuevas recetas de la casa.

La corteza crujiente con un interior suave es lo que destaca en el kaiser de cacahuate con paprika, uno de los panes insignias de la banquetera; el pan de pesto es una base de un pan reposado; los panes de ajo y los de tomate también son muy solicitados en los eventos.

Complacemos a todos los paladares

El mousse de mamey encamisado con una banda de biscocho de chocolate es uno de los postres de Alacarta más representativos, el cual ahora tiene una nueva presentación. Cabe mencionar que en esta temporada se han incorporado productos nuevos para brindar más variedad, algunas en presentaciones dulces, neutras o saladas, para satisfacer a todos los gustos.

Mención aparte merece el cruffin, muy de moda entre quienes buscan nuevas opciones gastronómicas, a esta masa de croissants los maestros panaderos de Alacarta le incorporan solo mantequilla y, en otras ocasiones, la rellenan con crema pastelera y polvo de pistache, o bien la combinan con crema pastelera, almendra y choco chips.

Lo dulce de la vida se disfruta a pequeños bocados

El mejor ejemplo de esta intervención de lo tradicional lo vemos en las trufas blancas y oscuras ¡con láminas de oro! Sí, oro real, pero comestible. Para obtener este

fino ingrediente es necesario fundir pepitas de oro del mayor quilataje en un crisol a unos 1,200 °C, el cual se vierte en un molde para formar un lingote que pasa después por unos rodillos para transformarlo en una fina lámina comestible y totalmente segura para su consumo.

Para disfrutar con un cafecito está el roll de pistache, el pan danés con crema y piña, la tarta de chocolate blanco con cereza natural y el clásico pay de Limón, por mencionar solo algunos.

La frescura del pan es vital, pese a que la panadería de Alacarta tiene una capacidad de producción de hasta 20 mil piezas al día, lo que representa un verdadero reto, pues el resultado siempre es un delicio pan rústico-artesanal para robarse el corazón y paladar de los comensales.